sábado, 7 de mayo de 2016

Cómo mantener la amistad femenina a pesar del tiempo y las rivalidades

Aunque nutrirla es bueno para la salud, las enemistades propias del género lo hacen más difícil.Otra tarde de amigas, historias interminables, risas, intimidades, también lágrimas y al final una sensación de tranquilidad. Esto es lo que ocurre cuando se disfruta de la amistad femenina, que definitivamente, tiene propiedades terapéuticas.

“Ellas crean un sistema de apoyo que les ayuda a lidiar con el estrés y las experiencias difíciles, al producir mayores cantidades de serotonina, un neurotransmisor que combate la depresión”, afirma por correo el doctor David Spiegel, director del Laboratorio de Investigación en Psicología de la Universidad de Standford.
Las mujeres construyen conexiones emocionales muy fuertes con sus amigas, a diferencia de las amistades masculinas en las que la unión comienza por aficiones en común como la música o los deportes. “Por eso es beneficioso para  ellos establecer relaciones sólidas con las mujeres, tanto de amistad como de pareja, porque ellas también les brindan soporte emocional al género masculino”, explica Spiegel.
Estos hallazgos hacen parten de una investigación que el investigador ha venido desarrollando desde los años 70 con mujeres diagnosticadas con cáncer de seno en fase terminal. Estas se reunían una vez por semana en grupos de apoyo donde hablaban abiertamente sobre su enfermedad y la muerte. Los resultados indican que aquellas que asistían a los grupos tuvieron un promedio de supervivencia mayor de cerca de 18 meses, respecto a las que solo recibían el tratamiento tradicional.
En su cotidianidad, muchas otras mujeres son testigos de estos beneficios. “Mis amigas me sirven para desahogarme cuando tengo problemas en la oficina, también me dicen las verdades; no me solucionan mis asuntos, pero me siento recargada de energía cuando paso tiempo con ellas”, comenta la abogada Natalia Sánchez.
En muchos casos, su sola presencia es de gran ayuda: “Mi mamá tuvo un accidente muy grave y estuve deprimida por mucho tiempo, no quería ver, ni hablar con nadie, pero mis amigas me seguían invitando a salir y hacer planes. Cuando iba no les hablaba casi, solo las escuchaba; estar en su compañía me reconfortaba”, asegura la arquitecta Paula Buitrago.
Con el paso del tiempo los beneficios de nutrir estas amistades son cada vez más evidentes en la salud, pero al mismo tiempo se va reduciendo el círculo de amigos.
Una investigación publicada por el Psychologycal Bulletin de la Asociación Americana de Psicología, desarrolló una análisis con 177,635 participantes de todas las edades, desde adolescentes hasta personas de la tercera edad, mostrando cómo las conexiones sociales y amistades empiezan a disminuir a partir de la edad adulta.
De acuerdo con el estudio, en promedio cada siete años se cambian o renuevan las amistades. Esto corresponde a cambios que van pasando en la vida como entrar a la universidad, el primer trabajo, casarse, tener hijos, etc.
Además, no todas las amistades son igual de importantes en todas las etapas de la vida o en todas las actividades. El estudio cita como ejemplo a los compañeros de trabajo y los vecinos, que en ciertos momentos resultan siendo con quienes se comparte la mayor parte del tiempo. En el caso de las amigas también puede existir alguien para cada plan: una con las que sea divertido ir a bailar o ir al gimnasio, otra con la que se vaya de compras o salga a pasear con los hijos o simplemente se reúna a charlar.
Finalmente, ser consciente de las actitudes negativas que otras mujeres le generan puede ayudar a mejorar las relaciones amistosas femeninas: “Solo esté en paz con usted misma, evite juzgar a otras y hablar mal de ellas”, explica la psicóloga Fraunky Jiménez.
Así, sacar tiempo para esas mujeres que la escuchan y la entienden le dará bienestar.

Otra cara de la moneda 
La violencia indirecta también es parte de las relaciones entre mujeres y se presentan como una característica instintiva que estas tienen para enfrentarse a sus rivales. “Este tipo de comportamientos genera depresión y ansiedad a quien los sufre y tampoco son benéficos para la salud de quien los promueve”, asegura desde Canadá la investigadora Tracy Vaillancourt de la Universidad de Ottawa, que desarrolló un estudio sobre el tema.





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